Muchas personas creen que los humanos son los únicos que pueden sufrir problemas psicológicos, pero no es así, los perros también pueden padecer este tipo de enfermedades o trastornos, por ello no solo es importante cuidar a nuestro perro físicamente sino también psicológica y emocionalmente.
En el post que os traemos hoy os contamos todo sobre este tipo de problemas y cómo podemos solucionarlos.
¿Por qué aparecen los problemas psicológicos?
Como ya hemos comentado, los perros también pueden sufrir problemas psicológicos como depresiones, ansiedad, fobias o problemas de conducta que no solo incomodan a las personas que conviven con él sino que también provocan que el animal no pueda vivir con normalidad.
Lo primero que hay que saber es que un perro equilibrado tiene menos probabilidad de sufrir este tipo de problema. Para conseguir este equilibrio tenemos que saber que depende sobre todo de su personalidad. Cada perro es diferente y por lo tanto su personalidad también, sin embargo la personalidad se forja con una parte de carga genética, el tipo de raza que sea y el trato y la educación que se le aporte.
No hay que olvidar que además los perros son animales sociables que necesitan estar continuamente en contacto con su familia y otros animales para ser felices y estar equilibrados, por lo que si esto se ve frustrado puede derivar en que el animal sufra este problema. La edad de sociabilización de los perros es desde las 3 a 12 semanas de vida, es decir, en este tiempo el animal tiene que aprender a relacionarse con otros perros, con personas, a saber cómo se muerde y a conocer toda clase de ruidos, para que así en el futuro no tenga ningún miedo y ni ningún problema que le derive en estos problemas psicológicos.
Por tanto, muchas de las causas por las que el animal sufre estos problemas psicológicos son ocasionados por los seres humanos y la educación, por tanto debemos tener paciencia y constancia cuando educamos a nuestro perro.
Tipos de trastornos y forma de tratarlos
En general, los trastornos que pueden llegar a tener estos animales son muy variados, pero se pueden agrupar en fobias o miedos (petardos, ruidos, otros perros), ansiedad (por no superar una fobia, por separación, por frustración) y depresión (por la muerte de un compañero)
En concreto, vamos a hablar de los más comunes:
Ansiedad por separación
Muchos perros, cuando se quedan solos en casa durante mucho tiempo, desarrollan este trastorno que les provoca que no paren de ladrar y se conviertan en perros destructivos, rompan cosas o se meen en casa, entre otras. Cuando tu perro sufre este trastorno es imprescindible acudir al veterinario para que llevar a cabo las pautas a seguir para modificar su comportamiento.
En definitiva, debemos acostumbrar al animal a que no pasa nada por dejarlo solo. Para ello deberemos ir saliendo de casa de poco en poco y dejar algún juguete para que el animal se entretenga.
Agresividad
Es cuando el animal se comporta de manera agresiva con exceso, ya sea con otros animales o con personas. Este caso es muy peligroso ya que puede derivar en numerosos problemas. Para solucionarlo como es debido tendremos que llevar al animal a realizar un adiestramiento específico para rectificar ese comportamiento agresivo.
Trastorno de la personalidad
Este tipo de problema puede ser derivado por multitud de causas, siendo muchas de ellas provocados por nosotros mismos por no educar de manera correcta al animal.
Entre los trastornos que pueden aparecer: miedos a importantes ruidos, como fuegos artificiales, agresividad, excitabilidad o timidez, entre otros muchos. En estos casos deberemos acudir al veterinario para que nos de las pautas a seguir para corregir el problema.
Depresión
No se sabe a ciencia cierta si la depresión provoca los mismos efectos en los perros que en los humanos, pero sí que es verdad que se han encontrados cuadros de depresión en algunos perros, como por ejemplo cuando no se amoldan a un cambio, cuando muere un ser querido o cuando esta mucho tiempo solo.
Un perro depresivo suele estar todo el día durmiendo, haber perdido el interés, llevar la cola baja o tener cambios en la alimentación (comer más o menos). Para solucionarlo, lo primero que tenemos que saber es la causa del cuadro depresivo y una vez identificada actuar de tal manera que le saquemos de ese estado. En los casos más graves puede llegar a ser necesario suministrar algún tipo de fármaco indicado por el veterinario.
Desorden Obsesivo-compulsivo
Son acciones que repite sin control el animal constantemente, como morderse el rabo, chuparse las patas, dar vueltas sobre sí mismo o ladrar constantemente.
Es importante tener en consideración este tipo de trastornos porque pueden llegar a afectar físicamente al animal, especialmente en los perros que se automutilan (mordiéndose las patas, por ejemplo).
Suelen presentar este trastorno aquellos perros que han sido maltratados o abandonados o aquellos que tenga un componente hereditario, intensificándose este estado cuando el perro presenta ansiedad. Para poder solucionar este trastorno debemos acudir un especialista del comportamiento que trate al animal, además de acudir al veterinario para que trate la ansiedad.
Consejos para paliar los problemas psicológicos de mi perro
No obstante, para evitar que el animal entre en cualquiera de estos trastornos y se encuentre completamente equilibrado y feliz, os vamos a dar una serie de consejos.
- Crear en la familia una Jerarquía en la que el animal sea el último, pero que forme parte de vosotros.
- Promoverle autocontrol al animal, es decir, imponerle límites de lo que puede o no puede hacer, como por ejemplo enseñarle a morder.
- Hacer que el animal tenga apego por igual a todos los miembros de la familia, es decir, que no solo centre en un miembro del núcleo en el que convive.
- Hacer que el animal que tiene miedo vea que hay un aspecto positivo dentro de ese acto que le da miedo.
*Advertencia. El artículo de Rexpetfood.com muestra opiniones y recomendaciones del equipo profesional de Agroveco, no son diagnósticos. Para cada caso o problema particular, os recomendamos que contactéis con un profesional que haga el diagnóstico “in situ”.